La crítica internacional coincide en valorar la figura de James Joyce como una de las más importantes e influyentes en la cultura literaria del siglo XX, al lado de las de Franz Kafka, Marcel Proust, Jorge Luis Borges o William Faulkner.
El crítico estadounidense Harold Bloom desarrolla un amplio y profundo análisis comparativo de Joyce con Shakespeare, destacando el coraje del primero «al basar Ulises simultáneamente en la Odisea y Hamlet», pues, como señala Ellmann, los dos paradigmas de Ulises y el príncipe de Dinamarca prácticamente no tienen nada en común. Según este crítico, Leopold Bloom es tanto Ulises como el fantasma del padre de Hamlet, mientras que Stephen es Telémaco y el joven Hamlet, y Leopold Bloom y Stephen juntos forman a Shakespeare y a Joyce.[142] Bloom compara asimismo a Joyce con Flaubert, y habla de la condición judía del protagonista de Ulises: «Joyce admiraba a Flaubert, pero la conciencia de Poldy [Leopold Bloom] no se parece a la de Emma Bovary. Es una psique curiosamente anciana para un hombre apenas de mediana edad, y todos los demás personajes del libro parecen mucho más jóvenes que el señor Bloom. Es de presumir que tiene que ver con el enigma de su judaísmo. (...) Dublín lo considera incómodamente judío, aunque su aislamiento es autoimpuesto (...) él está perpetuamente dentro de sí mismo, algo sorprendente en un hombre tan afable.»[143] Bloom defiende a ultranza Finnegans Wake, que compara a la obra maestra de Proust: «Puesto que Finnegans Wake, más que Ulises, es el único rival auténtico de En busca del tiempo perdido que ha producido nuestro siglo, también tiene su lugar en este libro.» Esta novela, para Bloom, como se ha visto, es «la obra maestra» de Joyce.[144]
Bloom compara asimismo a Joyce con su compatriota, Samuel Beckett: «Beckett compartía la aversión de Joyce por el cristianismo en Irlanda. Los dos escogieron París y el ateísmo.»[145]
La obra de Joyce representa uno de los casos más evidentes del impacto que un autor extranjero puede ejercer en la literatura en castellano.[153] En España se observa muy directamente en autores como Gonzalo Torrente Ballester,[154] Juan Goytisolo,[155] Luis Martín Santos,[156] José María Guelbenzu,[157] o Julián Ríos,[158] así como en los hispanoamericanos Jorge Luis Borges, Carlos Fuentes, José Lezama Lima, Alejo Carpentier, Mario Vargas Llosa,[159] Fernando del Paso[160] y muy notablemente, en su traductor Guillermo Cabrera Infante,[161] entre otros muchos
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